Mario Orlando Sandoval es un hombre acostumbrado a los saludos afectuosos. En Alderetes, donde fue delegado comunal y luego el primer intendente electo en 1987, su apodo, el Tigre, es casi una marca registrada. Pero en los últimos días, confiesa entre risas, ocurre algo que todavía le resulta extraño: “Ahora me saludan diciéndome ‘buen día, doctor’… y me suena raro”, cuenta a LA GACETA.
La semana pasada, Sandoval juró como abogado ante la Corte Suprema de Justicia de Tucumán. A sus 85 años -casi 86-, recibió la matrícula que acredita oficialmente un sueño que lo acompaña desde que tenía apenas cuatro años. “No sé por qué, pero yo decía que quería ser abogado. Y nunca se me fue la idea”, recuerda.
Lejos de la idea tradicional de descansar al dejar atrás la vida laboral, Sandoval hizo lo contrario. Recién jubilado, terminó el secundario. Fue entonces cuando uno de sus hijos, entre orgulloso y aliviado, le dijo: “Bueno, papá, ahora a descansar. Ya no sos el burrito de la casa”. Pero la respuesta del Tigre fue inmediata: “Cuando abran las inscripciones en la Facultad de Derecho, ahí voy a estar”.
Y cumplió. Con 65 años ingresó a la carrera y comenzó a compartir aulas con jóvenes de 17, 18 y 20 años. “Me trataban de igual a igual. Nunca me discriminaron. Me hacían sentir joven”, recuerda emocionado. “Ahora que terminé, los extraño”.
Dolores que se convierten en impulso
Su historia también está marcada por los golpes más duros. Sandoval perdió a dos de sus hijos -uno cuando él tenía 73 años y otro hace apenas un año y medio-. Fueron momentos devastadores, confiesa. Pero también encontró apoyo en la comunidad universitaria. “Un profesor me dijo: ‘El mejor homenaje para su hijo es que usted se reciba’. Eso me dio fuerzas”.
El día que recibió el título, levantó los ojos al cielo y dijo: “Papito, te reivindico”, en memoria de su padre, un trabajador que “no sabía leer ni escribir”.
En su jura, el presidente de la Corte, Daniel Leiva, pidió que Sandoval se quedara unos minutos más para entrevistarlo. Su historia, le avisaron luego, iba a ser publicada “a nivel nacional”.
Ahora, ya como abogado matriculado, tiene claro qué quiere hacer. “Mi intención es ejercer en lo civil. No haría penal porque hay cosas que me denigran como cristiano”. Y deja una puerta más que abierta a quienes quieran contratarlo. “Estoy disponible para atender clientes, por supuesto”, dice con una sonrisa.
Un mensaje para los jóvenes
Antes de despedirse, Sandoval deja un consejo para quienes sienten que no pueden, que no llegan, que dudan: “Persevera y triunfarás. Si tenés una materia que no podés resolver, confiá en vos mismo y seguí. La vas a aprobar”. Su historia, la del Tigre de Alderetes convertido en doctor a los 85 años, es prueba suficiente.